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La crisis de Fukushima en Japón ¿alterará el desarrollo de la energía nuclear?

Japón sigue en estado de alerta por los problemas en la planta nuclear de Fukushima y los peligros de radiación en los alrededores de la misma. La Agencia de Seguridad Nuclear de Japón elevó el nivel de gravedad del desastre a 5, lo cual implica que el mismo es considerado un accidente nuclear "con consecuencias de mayor alcance" en lugar de "con consecuencias locales" (nivel 4).

La situación ha reavivado dudas sobre la seguridad de la energía nuclear y ha llevado a países como Alemania, China y Venezuela a revisar planes relacionados a este tipo de energía.

Pero ¿puede este desastre significar un punto de inflexión real en el desarrollo de energía nuclear? Con un poco de agua bajo el puente, las miradas sobre la viabilidad de la energía nuclear se vuelven menos apasionadas y más pragmáticas.

Desde The Wall Street Journal, un columnista de negocios señala que aunque se registren muertes por radiación en Fukushima, las mismas seguramente serán modestas en comparación con las muertes provocadas por la minería o la industria del carbón. Y que luego de uno de los mayores terremotos en la historia de Japón, sólo una planta fue dañada y sólo en sus sistemas de respaldo.

También señala que de las energías renovables, la más extendida es la hidroeléctrica en países con grandes cursos de agua, pero que fuentes solares y eólicas están avanzando en forma lenta y que sólo podrían reemplazar a la energía nuclear en -como mínimo- una generación.

En la misma línea, The Australian indica que la crisis de Japón puede tener efecto en aquellos países que todavía no tienen centrales, pero que en otros donde ya existen planes o proyectos, sólo habrá un retraso de los mismos -incluso en Japón-.

Siguiendo un tono similar, pero no tan en favor de la industria, el reconocido periodista ambiental inglés George Monbiot escribe en The Guardian que más allá de los peligros y problemas de la energía nuclear, ésta es mejor que el carbón (principal causante de emisiones de gases que causan el calentamiento global).

"Desprecio y le temo a la industria nuclear tanto como cualquier otro ecologista: todas las experiencias han demostrado que, en la mayoría de los países, las compañías que la integran son canallas oportunistas cuyo negocio se originó como un subproducto de la producción de armas nucleares", dice. "Pero, a pesar de la fuerza de los argumentos del movimiento anti-nuclear, no podemos dejar que el sentimentalismo histórico no nos deje tener una visión más amplia. Aún cuando las plantas nucleares van terriblemente mal, crean mucho menos daño al planeta y a las personas que las plantas de carbón operando normalmente".

Monbiot agrega que, en la lucha contra el cambio climático, dejar a la energía nuclear (que no genera emisiones) afuera no es una opción. Por supuesto, aboga por reglas claras sobre el origen y destino de los materiales y desechos, y de una lista de proveedores ’limpios’.

Opuestamente a estos argumentos, la investigadora Natalie Kopytko -que estudió los efectos de desastres naturales en plantas nucleares- se expresó en contra del avance de este tipo de energía en The Guardian.

Según Kopytko, sin importar cómo se construya una planta, siempre requiere estar ubicada en zonas costeras o cerca de grandes cuerpos de agua, ya que necesita de este recurso para funcionar. Así, frente a grandes tormentas las plantas corren peligro de inundaciones y fallas como la de Fukushima. Además, si el cambio climático sigue su curso, las tormentas serán mucho más grandes que los registros históricos utilizados para hacer los cálculos de seguridad de las plantas.

"En Chernobyl se culpó a los Soviéticos y al diseño de sus reactores. La culpa de Fukushima será depositada en la escala del desastre y quizá también en el diseño. La industria nuclear cambiará algún detalle y nos asegurará que todo estará bien. […] Cada vez que un accidente pasa, se posa la culpa en circunstancias excepcionales. ¿Cuál será la próxima?", se pregunta.

Sin duda, el debate todavía no terminó. Ustedes, ¿de qué lado están?

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